¡Hola!
A raíz de una de las últimas clases de la asignatura de
Aprendizaje y desarrollo de la personalidad en la que hemos tratado el tema de
la memoria, se me ha ocurrido hablar sobre un cuento de Borges.
Se trata de Funes
el memorioso, un cuento que se inserta en la colección de relatos Ficciones
(1944). Hubo una frase en clase que se me quedó grabada: no olvidar es una
condena. Fue esta la que me hizo retrotraerme a este pequeño relato que leí
hace unos años. Es muy corto, tiene 3 páginas… ¡Podéis leerlo y seguir con esta
entrada después!
Ireneo Funes, un joven uruguayo dotado con habilidades
mentales prodigiosas, aunque también afectado por ciertas taras físicas y
psíquicas. Tiene hipermnesia, es decir, la habilidad de recordarlo todo, en
detalle y por siempre. Cada percepción tiene, para él, una entidad única y es
inolvidable, por lo que le resulta imposible generalizar y abstraer. La
historia está narrada en primera persona por un hombre argentino cuyo nombre no
se menciona. Este va haciendo, a través de los propios recuerdos que él mismo
mantiene, un retrato de Funes. Lo ve dos veces, sin llegar a hablar con él. Es
de repente un día cuando Funes le solicita el préstamo de unos libros de latín
(oh, sorpresa, por qué habré elegido este cuento), para aprender esta lengua
clásica. “No supe si atribuir a descaro, a ignorancia o a estupidez la idea de
que el arduo latín no requería más instrumento que un diccionario”, comenta el
narrador. Finalmente, se los presta, pero, ante la necesidad del adelanto de su
marcha por la enfermedad del padre, se entrevista durante una noche entera con Funes.
Es aquí donde podemos observar más rasgos de la personalidad del protagonista.
El narrador se lo encuentra hablando en latín, recitando en alto algunos párrafos
de la Historia naturalis de Plinio. En la más absoluta oscuridad, Funes
hablaba y hablaba, y exponía su forma de ver la vida: había discurrido un
sistema original de numeración y que en muy pocos días había rebasado el
veinticuatro mil. No lo había escrito, porque lo pensado una sola vez ya no
podía borrársele. Cada palabra tenía un signo particular, una especie de marca.
Al final lo desechó por ser un idioma, a su parecer, demasiado general. Funes
no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las
veces que la había percibido o imaginado. Era capaz de reconstruir un día
entero, pero evidentemente le llevaba esa tarea otro día completo. el perro de
las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de
las tres y cuarto (visto de frente). Le era muy difícil dormir, pues para él,
dormir es distraerse del mundo. Su memoria era un “vaciadero de basuras”. Murió a los 19 años de una congestión
pulmonar.
Pues bien, la primera lectura de este relato, tal y como anuncia
Borges en el prólogo de Artificios, puede entenderse como una metáfora del
insomnio, pues el personaje se pasa las noches perdido en su memoria. Sin embargo,
a mí se me ocurre una lectura que va mucho más allá, relacionada con esa frase
que he mencionado que se me quedó grabada el otro día en clase. Este cuento es
un reflejo de la actitud del hombre frente al mundo. Trata sobre el intento
constante del ser humano de comprender el universo, ganarle al caos infinito y
ordenar el mundo de una forma comprensible. Podemos observar cómo el propio
Ireneo vive frustrado por el hecho de no poder clasificar y etiquetar todo
aquello de su alrededor. El ser humano es curioso y ansía saber, puede que
incluso, si se le da otra vuelta, este cuento tenga una lectura religiosa, pues
qué es la religión sino una respuesta a aquello que desconocemos. Los mitos
también lo eran. Necesitamos respuestas para no caer en el desengaño en el que
nuestro protagonista vive, pero no hay que obsesionarse con ello.
Borges con este relato, pues lo deja claro al final,
nos quiere hacer ver a los lectores que no es necesario dar nombre a todo; a
Funes, absorto en sus propias ideas y su propia burbuja, se le había olvidado
pensar, pues pensar es generalizar, es OLVIDAR: “Sospecho, sin embargo, que no
era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar,
abstraer”.
Ahora bien, ¿qué opináis
de la muerte de Funes.
¡Hasta la próxima entrada!💖
La verdad es que creo que es innato querer conocer (aunque a veces el sistema educativo se empeñe en quitar ilusiones...). Sin embargo, es tan importante el espíritu de aprender y descubrir como el asumir que no podemos conocerlo todo, la verdad
ResponderEliminarY con respecto a la memoria, querer conocer todo de memoria es horrible la verdad.
¡Hola sara! Estoy totalmente de acuerdo contigo, la curiosidad es innata al ser humano, pero siempre hay que tener en cuenta que, como dice el relato, no olvidar es una condena y pensar es abstraerse.
Eliminar¡Gracias por darme tu opinión!
¡Una entrada memorable!
ResponderEliminarinolvidableeee jeje
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